26 de diciembre de 2009

Acariciar al tigre

Ven gato, acércate más, eres mi oportunidad de acariciar al tigre.
Hace días que anoté este verso de José Emilio Pacheco.

Desde entonces han pasado varias músicas inolvidables, algún pequeño y gran viaje, encuentros con imán y libros nuevos.

El pasado viernes asistí en Santiago a las tres primeras cantatas del Oratorio de Navidad (BWV 248) de Bach. Una música girando alrededor de lo sagrado y frente a la que tuve la sensación de que aquellos sonidos habían existido desde siempre y ahora se limitaban a pasar a través de los cuerpos que había frente de la orquesta. Una música de una profundidad increíblemente ligera, centrada en el agradecimiento y el dolor.

También había anotado estos días tres características de una buena una obra, sea cual sea su disciplina: respetuosa con el espectador y que no resulte ni oracular ni pedagógica (lo escuché en la radio). Días más tarde y leyendo a Amos Oz: que la obra cuente y no que opine y que sea autobiográfica sin resultar una confesión.