3 de septiembre de 2010

El día, aún crudo

"Era domingo en la pampa. Y tal como los pampinos se afirulaban y se ponían sus mejores prendas para salir a la calle, el sol apareció por el lado de los cerros radiante y redondo, exacto como un Longines de oro.

Toda la esfera del cielo era una soledad azul, sin la más remota posibilidad de una nubecita perdida, extraviada de su rebaño blanco. Era domingo en la pampa y el día, aún crudo, amenazaba con arder por los cuatro costados.


El calor iba a ser de perros".


Hoy no es domingo, y tampoco hace un calor especialmente duro en esta ciudad, el día amaneció gris y fresco. No conozco la pampa, ni Chile, ni el desierto de Atacama al que se refiere Hernán Rivera Letelier en "El arte de la resurrección", de donde es el fragmento que he copiado. Leo ese libro a ratos, aunque no me termina de atrapar. Por el medio me dedico a dibujar en un mapa el "Viaje a Portugal" de José Saramago y sobre todo un ensayo de Nikolaus Harnoncourt. No sé por qué he seleccionado este texto de Letelier, pero no lo olvido. Me gusta lo feo y preciso de un Longines de oro. Y sentir el calor crudo.

Quiero volver a escribir algunos encuentros en este blog, y creo que esto nada tiene que ver con que sea el mes de septiembre y uno vuelva a no se sabe que cosas. A veces pienso que apenas hay cambios, ni mejoras ni empeoramientos, ni ajustes, ni olvidos, ni nada de nada. Solo encuentros que cada uno tiene que iluminar con luz propia.