29 de abril de 2011

Valparaisos

Hace días, leyendo a Comte-Sponville (creo que esto va a durar), encontré lo que él considera una declaración de amor, mejor dicho, una declaración de amor profunda porque no nos pide nada: Me alegra la idea de que existas o Cuando pienso que existes, me da alegría.

Marqué la página. No conozco otra manera mejor de expresarlo.

En un largo viaje en coche, de pronto me dio por escuchar una música de hace muchos años. Es la banda sonora que Nino Rota compuso para la película Amarcord de Fellini. Amarcord. Unos días antes había recuperado ese cedé del fondo de una estantería.

Recuerdo que en la carretera, despacio, me adelantaban unos camiones portugueses de una empresa que se llama Joao Pires. No es la primera vez, y siempre que los veo me hacen pensar en la pianista María Joao Pires. Y en mitad de una recta encuentro Valparaíso de abajo y Valparaíso de arriba. Mientras sigo hacia delante pienso en el Valparaíso de Chile, que solo conozco por las fotos de Sergio Larrain.

Un mapa con rutas no escritas. De aquí hasta allí para poder perderse. Siguiendo la línea invisible.

Aunque parezca mentira, ahora tengo ganas de que llegue el invierno. Puede que ahí empiece todo, más que en la primavera. En la oscuridad que llega pronto y que obliga a encender alguna luz.