12 de junio de 2008

El Taj Mahal por dentro

Tres encuentros:

En la primera página de Un descanso verdadero Amos Oz escribe: Un hombre se levanta y se va a otro lugar. Lo que el hombre deja detrás de él permanece detrás observándole.

Al terminar de comer con un amigo y su pareja en un restaurante japonés que nos gusta, mientras tomábamos un té en una mesa del fondo del local, alguien comenzó a cantar una música tras los biombos que dividían la sala en varios compartimentos. Había tres o cuatro voces, y en poco tiempo conquistaron el silencio de todo el local. Venían de un lugar que ninguno de los que estábamos en esa parte alcanzábamos a ver. Era un canto cálido, decidido, un diálogo corto. Aquellas voces acallaron todas nuestras conversaciones. Nos mirábamos, sonreíamos y dejábamos que los ojos se perdieran, sólo cabía escuchar aquella música inesperada. Apenas duró unos minutos, era una energía que brillaba y paralizaba. Todo el restaurante pendiente de un lugar invisible. Al terminar, todo se quedó en silencio unos segundos. Aplaudimos. Me pareció un concierto inolvidable.

El bedel de una sala del festival PHE nos dijo, refiriéndose a la exposición que había terminado hacía unos días: ¡Era el Taj Mahal por dentro!