16 de diciembre de 2010

Sentido no es significado

Una de los mejores bálsamos que conozco para tratar las heridas es escuchar la música de Bach.

Hoy, en medio de un frío polar (dentro y fuera), viajé con toda la atención puesta en la Misa en Si Menor dirigida además por Nikolaus Harnoncourt. Es una pieza vocal luminosa y brillante, deslumbrante, entregada a algo que va más allá de ella y que la recorre sin dejarse ver.

Pero al mismo tiempo la música no debe servir para tratar las heridas, ni mucho menos para entretenerse en darles lametones más o menos concienzudamente. Hace unos días leí una entrevisa al filósofo Eugenio Trías en la que decía que la música no posee significación, pero rebosa de sentido. Y creo que debe ser eso lo que ayuda a regenerar los tejidos muertos: el sentido.

Porque, de alguna manera, las heridas son una pérdida de sentido de algo que forma parte de la esfera de nuestro mundo. Y el estar cerca, simplemente eso, de algo que rebosa otro sentido hace que, por simple ósmosis, nuestras células más internas vuelvan a latir. Encontrar sentido a lo que no parece tenerlo, a lo que se nos niega, a lo que parece estar muy lejos de tener un significado, a veces es una buena razón para querer despertar.