29 de agosto de 2009

No comprender

No comprender, y aún así necesitar comunicar algo de esa experiencia.
En el último libro de Amos Oz, uno de los protagonistas, cansado al final de su vida de no entender a quienes le rodean, ni a él mismo, copia (como un bálsamo) fragmentos de una guía sobre aves. Y hablando de la migración dice:

Mattheus llamó a esto "navegación sin sentido", y no porque, en su opinión, tenga algún valor biológico, sino porque desconocemos completamente su función.

Entonces me acordé del libro de Gao Xingjiang, La montaña del alma. En la última página, la número 651, el autor escribe:

Sólo cae la nieve.
En ese instante, no sé dónde está mi cuerpo, no sé de dónde sale este pedazo de tierra del paraíso. Escruto los alrededores.
No sé que no no comprendo nada, creo que aún lo comprendo todo.
Las cosas suceden detrás de mí. Siempre hay un ojo extraño. Lo mejor es aparentar que se comprende.
Aparentar que se comprende, pero de hecho no comprender nada.
En realidad, no comprendo nada, pura y simplemente nada.
Así es.