17 de septiembre de 2009

La respiración, el aliento, los gestos

Escuchar la respiración del interprete, intuir sus gestos, el aliento de unos sonidos que salen de algún lugar entre el instrumento y el músico. Pequeños gestos que también son una huella y que por fortuna nadie ha borrado de la grabación.

Me gusta escuchar el aliento de Pau Casals en la grabación de su concierto en la Casa Blanca en 1961. Y también a Keith Jarreth en su Concierto de Colonia. Es la música que sigue a Nani Moretti mientras viaja en su vespa hasta el lugar en que murió Passolini. (Hace poco la escuché en un viaje largo en coche, cruzando una llanura en la que el termómetro marcaba 36º y en la que no había otra cosa que hacer más que conducir y escuchar la música y la respiración).

¿Un virus de la empatía funciona a larga distancia?, dice la protagonista de Código 46. Al inicio de la película me vino a la cabeza lo que dice el fotógrafo Raymond Depardon: cuando tengo interés en una mujer me gusta invitarla a un viaje. La misma protagonista dice que le pasa algo frente a una piel con pecas: la piel con pecas es como vestida y desnuda. La última frase de la película es: Te extraño. Condenada a mantener sus recuerdos mientras a los más afortunados se los extirpan.

Escuchar una respiración. O pensar en escucharla. Mientras el avión alcanza altura y gira para enfilar la ruta. Y el horizonte se inclina.

Dicen que pensar en los sonidos activa las mismas zonas del cerebro que escucharlos.