6 de octubre de 2009

Será complicado

Dentro del cine, cuando la película comienza, igual que en los párrafos de la primera página de un libro, todo vuelve a empezar. Una y otra vez. No hay desgaste, nunca lo hubo ni nunca lo habrá. Hoy el proyector se apagó a mitad de la sesión y la sala quedó casi a oscuras. Tardaron algunos minutos en solucionar el problema, después la historia continuó fluyendo.

Hacía tiempo que una película no me agitaba de esa manera, en varias direcciones a la vez, tirando de muchas partes del cuerpo, haciendo crujir la nave. Todas direcciones quiere decir una sola, la de la única fuerza que mueve todo lo que hacemos (estoy convencido, hasta las cosas más increíbles y locas), aquello que nos lleva a avanzar hacia los recuerdos y a resumir años en escenas sin importancia aparente (por ejemplo el vestido que llevabas en tal o cual momento).

Poco a poco me fuí quedando más y más quieto en la butaca. Inquieto también. Mirando la pantalla, reconociendo varias películas al mismo tiempo. Sudoroso. Y al final noté que la ropa se me pegaba al cuerpo. Igual que cuando atraviesas un momento intenso y complejo y te felicitas por haber salido de allí. Pero aún no quería irme. Aguardé hasta saber que la película estaba basada en la novela La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri. Hasta el letrero de Dolby Stereo.

Después caminé hacia casa, crucé el puente sobre el río que me recuerda alguna ciudad yugoslava. Cené rápido. Quería subir a escribir esto: que hay diálogos maravillosos como el del final de hoy:
- será complicado (dicho por Soledad Villamil)
- sí, lo sé (dicho por Ricardo Darín)
No muy lejano del que mantiene el protagonista con la bibliotecaria de Lugares comunes, Tutti Tudela.

Ahora llueve sin cesar. Echaba mucho de menos la lluvia.