21 de noviembre de 2012

Todos los nombres

Creiste ver un animal.
La parte de la noche que permanecía lejos se acercó. Y con ella un bosque.
Pensaste si aquello se podría llamar miedo.
Dijiste que hacía mucho frío, que era necesario seguir, que no podíamos detenernos. Y aunque era invierno tu cabeza imaginó una serpiente sobre el asfalto caliente, lenta, rapidísima.

En nosotros había una parte que no estaba allí pero que parecía operar desde la distancia. Había algo más. Apenas había luz.

Alargaste la mano esperando encontrar algo entre aquellas palabras y solo parecía existir el recuerdo de un ser huidizo, nada coherente.

Una radiación oscura e invisible. Hasta que pudimos escuchar, uno a uno, todos los nombres de las cosas.