19 de octubre de 2008

La música y la mente

Una de las cosas que hice en estos últimos meses fue leer La música y la mente, de Anthony Storr. Casi en cada página encontraba un texto, alguna idea que me apetecía anotar y también pasar al blog (si así lo hiciera, transcribiría el libro).
Pero hubo un fragmento de Peter King, citado por Storr, que me hizo pensar que eso era lo que ocurría, por ejemplo con la simplificación de las emociones que provoca la música (un caso particular son las suites para chelo de Bach). El texto es el siguiente:

Debemos distinguir la afirmación de que la música puede emocionarnos de la afirmación de que la música puede ser triste, airada o terrorífica(...) Una pieza musical puede conmovernos, en parte, porque expresa tristeza, pero no nos conmueve entristeciéndonos.

Este fragmento explica algo que experimento y que no había logrado describir con tal claridad. Hay muchas piezas que me conmueven desde la tristeza que expresan, pero que no me entristecen, todo lo contrario, siento una especie de intensidad alegre por estar cerca de algo que tiene la capacidad de transformarme. Una música que expresa tristeza puede hacerme sentir más vivo que nunca.