22 de diciembre de 2008
















Hace dos años hice esta foto al pasar por Vegadeo, en Asturias. Lo recuerdo bien, era el final del verano y estaba a punto de volver a Huesca. El día era muy gris. Ese letrero llevaba meses colgado sobre la carretera principal, tal vez desde la navidad anterior. Alguien decidió no tocarlo y allí continua todavía. Me gustan esos letreros luminosos, solitarios, aislados, en mitad de un día gris o de la noche. Y verlos del revés, cuando apenas se pueden leer las palabras.

Creo que fue en esa misma navidad cuando un amigo me envió una felicitación con una foto de un pulpo ahogándose en el fondo de un barreño de plástico, recién pescado. ¿Feliz qué? decía el texto.

No sé que responder a las felicitaciones que me llegan estos días. Siempre me gusta saber de quien las envía, pero me quedo paralizado y apenas devuelvo el correo electrónico. Hago todo lo que puedo para que esto pase rápido e intento buscar una opción intermedia que me obligue a poco, que me deje encontrar un espacio. Tal vez es algo bastante compartido. Hoy, por ejemplo, cansado de escribir papeles burocráticos, pude escuchar la música de cámara de Stravinski y ahora por la noche espero ver la última película de Clint Eastwood. Y dormir bien.