4 de noviembre de 2009

Teixos, gaios

Otra vez los tejos.
Los frutos rojos del serbal ya están en el suelo, y algunos árboles sin hoja. Pero aún hay castañas recién salidas del nido.
O gaio, el arrendajo. Sigo sin encontrar sus plumas. Subí hasta aquí para volver a sentir este silencio.
Y enterrar dos semillas.
Aquí, en lo más oscuro del bosque, al pie de unas hayas, cerca de un tejo.
Después, desciendo por una ladera suave, sin prisa.
Antes de cenar leo un capítulo que se titula Las trampas de la memoria.