14 de noviembre de 2009

Una y otra vez

Sentados a la mesa de un café antiguo, me dijo una tras otra varias opiniones que eran difíciles de escuchar. Además no las había pedido. Pero no hubo tregua y la conversación derivó hacia una gran dificultad para el destinatario. Cuando terminó, y a la vista del destrozo de quien tenía enfrente, metió la mano en una cartera y sacó un pack con los cinco cedés de Las sonatas para piano de Mozart, interpretadas por Christian Zacarias. Un bálsamo, dijo.

Tardé varios días en sentirme con fuerzas para abrir la caja. Ahora, cada vez que escucho esa música la herida de aquella conversación se reabre para luego volver a cerrarse y un poco más adelante volver a abrirse, como si palpitase, o como si bombease una energía oscura desde el centro. Una y otra vez.