27 de septiembre de 2011

No es esto compañeros, no es esto

Un correo electrónico. Abro la dirección a la que remite, contiene varios trabajos fotográficos personales. Alguien dice que es una fotonovela, alguien más habla de intimidad. Miro la primera imagen, y la segunda, luego un poco al azar, luego lo cierro. Siempre hay una mujer hermosa viviendo momentos de alegría, corriendo, sonriendo, probablemente al lado de quien se supone hace la foto. Casi siempre es verano y con mucha frecuencia lleva un vestido con más o menos flores. Siempre es una mujer elegante y entregada a ese juego de volar para una cámara. Y antes o después habrá una cama deshecha. Como casi siempre es así ahora miro la mariposa nocturna que esta noche no se despega de esta luz. Escucho a Arvo Pärt.

También me fijé en la mariposa porque junto a la mujer del verano había un texto que empezaba así: Intrínseco a la naturaleza humana (y seguía). ¿Intrínseco? Si algo empieza con esa palabra tal vez tenga ganas de abandonarlo con rapidez. Prefiero estas: Pero los caminos, como el que ya conocéis de casa a la estación, o de casa al lago, van llenándose de hojas y el jardín se va poniendo dorado y dorado.
Es otra cosa.

Puede ser que lo intrínseco, si existe, sea ahorrar energía y quedarse callado hasta que uno identifique y se enfrente a lo que no entiende, ni entenderá, y precisamente por eso quiera comunicarlo. Y disfrute con ello. Y salte de aquí hacia allá hasta extraviarse aun más y aun así sentir que está más cerca de un momento del día muy parecido a la noche.

Si no recuerdo mal Luis Llach cantaba en catalán No es esto compañeros, no es esto. Y si no es esto es porque en algún lugar se marca otra afinación para los instrumentos que quieren hacer música con las imágenes. Suelen hacerlo seres no demasiado ruidosos que luchan para que un desierto concreto no avance. Y aún así, a veces, hacen fotos a quienes viajan cerca. Pero es otra cosa. Admiro por eso a Denis Roche.

Y puestos a ser descarados e intensos prefiero otras imágenes, como cuando Kerouac habla de una mujer morena como las uvas. Y luego sigue viaje, siempre al Oeste, siempre al Sur, para regresar poco después al Norte, siempre al Este. Y volver a empezar.