Durante unos días vivo junto a un edificio que se llama Orinoco.
Y paseando por una ciudad, que solo reconozco a medias, me encontré con un gran cartel: Reforma integral del hogar. Solo quise verlo desde lejos, ni cambié de acera.
Llueve y apenas hay luces en las casas. En algún barco sí. Paseando por esta mezcla de celda y camarote, sin cartas de navegación, recordé las palabras de Gadamer: aprender todos los días un poema.
Y pienso en los días en que no hay poema para aprender. Y en la distorsión que supone pensar que esto pueda ser así.
Sin experiencia nacemos
Sin rutina moriremos
(memorizo estos dos versos de Szymborska)