8 de julio de 2012

En el mundo de nada dos veces

Todo ha cambiado. Solo el ordenador recuerda la red.

Ahí fuera hay un mar con peces viajando en la oscuridad. Y una pequeña lengua de fuego en una chimenea y un puente sobre el agua señalado con pequeñas luces intermitentes (está bien que se apaguen y luego se enciendan). Y barcos.

Alguien ensayó con un violonchelo una pieza que no identifiqué. Y ahora parpadean unas luces verdes sobre el reflejo del agua. Una gran cúpula blanca brilla frente al cielo oscuro.

Ahí fuera está el mundo del Nada dos veces que describe Szymborska:
En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.

Leíste un poema, ese o algún otro. Me diste a leer un poema. Después vino la diferencia entre sueños y recuerdos: eso que sueñas por las noches no son sueños, ocurrió de verdad, pero tú has querido olvidarlo, dijiste. Y la memoria, ágil, limpiando las corrientes por donde fluye la corriente eléctrica de lo que está por venir.

Nada se parece a otras veces, ahora también parpadean las luces rojas. No parece haber segundas oportunidades, solo primeras. El mar a cada instante.