30 de julio de 2012

Material preparatorio

Un hombre graba un despertador detenido en las siete y veintidós. La película dura varios minutos. Caminamos frente a ese reloj, vamos y venimos. Todo parpadea en la pequeña proyección sobre la pared: la estructura de la imagen, las rayaduras del celuloide, la vibración del proyector con una diminuta luz cálida que ilumina miles de fotogramas exactamente iguales.

El hombre precisa un silencio cálido, y se le da un tumulto glacial, escribe Simone Weil.

La película parece un koan: no hay solución racional (aunque existan interpretaciones artísticas más o menos contextualizadas). Son imágenes que hacen explotar en mil pedazos una idea, muchas ideas, tras lo cual dejan el espacio vacío (y limpio) sufiente para que cada uno reconstruya desde su lugar las piezas que sepa identificar.

Un silencio cálido puede ser el tiempo. Otro puede ser la libertad (sin contemplaciones). El tiempo exige de la libertad para existir (y no tiene nada que ver con los relojes).

Frente a una película de James Coleman nunca se pueden cerrar los ojos, porque desaparecemos. Dejamos de existir durante unos segundos y al no percibir la ausencia, la transformación, nos embrutecemos y hasta es posible que algo vil aflore a la superficie más racional. Y porque eso ocurre, existen los koan (o eso me gusta pensar): para romper la escucha de mala calidad o la no escucha. No conozco su ortodoxia pero sí su eficacia.

No, no cierres los ojos nunca parecen decir. Si lo haces todo el material preparatorio, todo lo que has trabajado para llegar aquí se podría perder. Y sería algo grave. No es fácil esto de mantener la mirada sobre un reloj que está detenido mientras toda la imagen avanza, se mueve, gira.

Sí, cierra los ojos y escucha parecen querer decir otras veces: si mantienes y cuidas la atención entonces podrás sentir la incoherencia y la imperfección como algo ajeno al tumulto glacial. Con los ojos cerrados tal vez se pueda sentir la perfección de lo incompleto.

Luego, en otra película, el sonido de la conversación entre dos personas se interrrumpió por un problema técnico. Pese a ello se podía continuar el diálogo.