10 de agosto de 2012

Arde la amapola amarilla

Hay que intentarlo.
Y reviso papeles de hace bastantes años. Encuentro un recorte de prensa con la referencia a un libro: El primer trato de cerveza y otros pequeños placeres de la vida, de Philippe Delerm. No llegué a leerlo ni a hacerme con él.

Once años después de aquel recorte, hace unos meses, en la radio del coche hablan de este libro y para mi es la primera noticia sobre él. Lo había olvidado por completo. En realidad le dedican un programa en el que intercalan fragmentos del texto con una selección de música especialmente cuidada. Anoto el título y el nombre del autor, me prometo buscarlo y lo hago, pero está agotado. A los pocos días también olvidé esa escena.

Hasta que di con el recorte de hace años.

Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel
arde la amapola amarilla (...)

escribe Antonio Gamoneda

Intentarlo.
Una pequeña luna amarilla parece estar al final de la carretera, vacía a estas horas de la noche. Viajas (y yo también) despacio, porque es imposible viajar rápido. Hay música en el coche, una música que hace existir de otra manera la noche. Imagino los árboles oscuros que nos cruzamos, aunque apenas se ven.

Miras hacia fuera (yo también). Luego hacia el frente. Y ahí vamos, hasta la luna del final. Oscilando entre nuestro movimiento cíclico y nuestro movimiento impresivible. Esa es la diferencia entre el ritmo del corazón y una conversación.