8 de agosto de 2012

Hemavati y el miedo

Hasta hace muy poco era costumbre en China que los alfareros mandaran inscribir en el barro con que fabricaban sus vasijas palabras que tenían que ver con sus creencias y devociones. Era una escritura inaccesible, pues cuando la vasija estaba terminada el mensaje quedaba recluido en su fondo, sin que la luz o la mirada de hombre pudiera llegar a descifrarlo. Una escritura que no sería leída jamás, pero que todos sabían allí, haciendo de ese objeto no sólo un utensilio, sino un lugar de recogimiento y devoción. Un lugar de encuentro con el misterio del mundo.

Encuentro este texto de Gustavo Martín Garzo.

Escuchar una pieza infinita. Igual que parece serlo la respiración. Respirar al ritmo de algo que no tiene fin, cuando los sonidos sirven para ajustar la piel al aire que entra y sale con tanta suavidad como violencia. La Raga Hemavati interpretada por Subramaniam al violín, K. Shekar al Tavil y Veena Natarajan al Tampura es algo que impulsa a entender como funciona el aire en todo su recorrido.

Tres voces que mezclan lo que parecen pasajes fijos con un diálogo impredecible, tras lo cual todo vuelve a comenzar y luego todo llega a su fin en un bucle sin el cual no existiria la vida.

De pronto pienso que existir en el interior de una pieza infinita, sea esta cual sea, es el antídoto contra el único veneno capaz de paralizarnos: el miedo.