La historia es conocida
pero nunca la había sentido tan cercana
Una noche sin sueño y sin paz
busqué el Aria inicial de las Variaciones Goldberg de Bach
Tumbado en la cama, en un viaje, los ojos cerrados y concentrado en lo que estaba por venir: el inicio, con esos sonidos suspendidos que parecen no saber hacia dónde encaminarse
Al instante, todo el cuerpo se fue llenando con una resonancia aguda y penetrante: la música evoluciona por el interior de un espacio vibrante, pasa de un lugar a otro, regresa al primero
Gustav Leonhardt mantiene el pulso y la precisión, sólo música, no hay concesiones. Y los dos minutos veinticuatro segundos del Aria son suficientes para cortar el vínculo con la dificultad
Esa música de 1741, que parece haber sido compuesta para hacer soportables las noches de insomnio del conde Hermann Carl von Keyserlingk, curó como una medicina el mal de la impaciencia y el disgusto, o sencillamene la fiebre del sin sentido, cientos de años después.
También regresó el sueño, el aire del agradecimiento, la tierra roja.