24 de septiembre de 2012

Un sabor de día uno

Tengo la sensación de que este es el momento.

Y no quiero que pase una jornada más.
En lo alto de las montañas hoy seguirá el viento, los árboles se inclinarán sobre el camino y habrá niebla. El otoño es el momento de la destrucción en muchas culturas, en realidad en la naturaleza.
Esto es una continuación con extraño sabor de día uno.

Así que copiaré la reflexión que la fotógrafa Diane Arbus hizo en 1971 y que recuerdo casi de memoria desde que hace años la leí.

Una vez soñé que me encontraba en un magnífico transatlántico, pálido, plagado de dorados, con cupidos incrustados y tan rococó como un pastel de bodas. En él se respiraba humo. La gente bebía y apostaba. Yo sabía que el barco estaba en llamas y que nos hundíamos, lentamente. Los demás también lo sabían, pero se divertían, baibaban, cantaban, se besaban como arrastrados por una especie de delirio. No había esperanza. Me puse muy contenta. Podía fotografiar todo cuanto se me antojara.