15 de septiembre de 2012

Los riesgos del cara a cara

Al principio no tienes sensación de que haya principio. Y más adelante se pierde la noción de haber avanzado. Cualquier lugar del recorrido es una secuencia, lo es todo y a la vez desaparece entre todo lo que hay a su alrededor. La ilusión, perversa, de que existe un avance es posible que solo se pueda dar en la existencia de las máquinas, en la tecnología (y ni mucho menos en el sentido con el que se utilizan).

Seguir tiene que ver tanto con ir hacia delante (no sé bien lo que es) como con ir hacia atrás. Incluso en el día a día, para comprender algo de lo que ocurre puede ser más eficaz revisar los periódicos viejos que comprar el del día.

Dijiste que ya todo estaba en los griegos. Entonces, ¿a qué nos dedicamos?, ¿por qué tanta ilusión en que de verdad existe el progreso?, ¿como es el avance en todo lo que no es tecnológico?

Por algo del azar y por algo que es premeditado reviso periódicos, noticias, cajas de hace bastante tiempo.

El hambre lleva a los ganaderos a devorar las reses de sus propias granjas, era el subtítulo de una noticia el 16 de marzo de 1997. El título: Se hunde la Rusia profunda.

Podríamos ir al kiosko y comprar el periódico del día y el mes en que estamos pero de hace diez, quince o veinte años. Incluso deberíamos aceptarlo si nos lo entregan con la huella del paso del tiempo: deberíamos porque allí hay cosas a las que los años han aportado profundidad y entendimiento. Y eso, al menos, ofrece unas coordenadas, nos sitúa.

Algo parecido ocurre con los sms del móvil, incluso con los correos electrónicos. Abres un sms correspondiente al día de hoy pero de hace un año y encuentras que todo era actual, hasta podía seguir en pié la llamada de teléfono pendiente, el miedo pendiente, el viaje pendiente, todo estaba contenido en unos pocos caracteres.

Saber lo que está sucediendo no es lo mismo que comprender algo de lo que está sucediendo. Y se necesita entender algo para luego aceptar que siempre habrá áreas restringidas al misterio (no a la ocultación).

Un viaje portugués de Julio Llamazares se publicó en el periódico en Agosto de 1996. En él se habla de partes de la ciudad de Vidago de las que, cada vez que regreso, solo veo sus ruinas.

Y si piensas en la guerra de Yugoslavia, siempre ves las caras de tus familiares huyendo aterrorizados de la barbarie en la que casi todo el mundo tenía una parte. Tengo aquí delante una foto de cuando Mitterrand rompe el cerco de Sarajevo. Julio de 1992. Gran parte de los que aparecen en la foto ya han muerto.

El 4 de Enero de 1990, el jefe de Estado de la RDA, Manfred Gerlach dijo que Vamos a demoler el Muro de Berlín, porque ha perdido toda utilidad.

Berlín. Viajamos allí antes que a Rusia. El hotel nos ofreció una habitación como pocas veces volvimos a tener. Era invierno y parte del tiempo lo pasamos en aquel lugar blanco y cálido, envueltos en albornoces que parecían abrigos de piel. Aún existía el Checkpoint Charlie, y lo cruzamos.

B. pintaba con pasión. P. también, y además pensaba con mucha agudeza, un buen tipo. Ahora B. es fotógrafa (claro) y de P. solo sé por una foto en la que se le ve igual de serio y reflexivo tras veintitrés años.

Algo sobre el terror, por si piensas que solo existe en los países árabes. El terror es, también, ver llorar a través del skype y no poder traspasar la frontera de la pantalla, tan luminosa, tan oscura. Por eso en Junio de 1992 el periódico publicó: Los riesgos del cara a cara. La inmediata implantación del videoteléfono cambiará muchas actitudes de la sociedad, según los expertos.

Y en noviembre de ese mismo año un experto de verdad, Agustín García Calvo, escribía artículos para una serie larga que tituló El derrumbe del sistema.

Voy a contar cuantos años hace de aquello. Y ¿cuánto hace que los rusos devoraban sus propias reses? Hacia atrás es hacia delante, o es hacia ningún sitio, simplemente es con tanta fuerza, sentido y honestidad como está siendo la actualidad.

No sabría qué más decirte. Ayer activé un archivo con mis datos en una institución y para mi sorpresa aquella base de datos ya los poseía: a mi nombre y apellidos le correspondía una calle, una casa, un distrito y una ciudad del año 1989. Aletargados, los datos empezaron de pronto a explicar cosas con su silencio.

Ir hacia atrás puede ser una forma como cualquier otra de observar lo invisible, lo que ofrece sentido y comprensión al terror, al miedo a la oscuridad, a los sonidos de la casa cuando todos duermen. Si pudiéramos pedir un deseo por haber sobrevivido (desde una casa en paz) a la hambruna rusa y a la guerra yugoslava, yo pediría que el pasado nos concediese algo (solo algo) menos de miedo para avanzar en cualquier dirección, incluida la ruta hacia nuestra memoria.