1 de septiembre de 2012

Iré a verte

Iré a verte, le dijo.
Llevaré algo para pasar la tarde. Tal vez podamos leer juntos o recoger la última fruta.
Verás que todo es casi igual en todos los sitios, por eso estamos aquí, en cualquier lugar.
Podremos hablar sobre en qué consiste ser valiente, o que quiere decir internarse en los bosques: una vez entré en uno y permanecí en silencio hasta desaparecer. Ojalá nunca lo olvide.
Espérame, no tardaré en llegar. Y si sales a caminar, tal vez puedas ir por el camino por el que llegaré, así nos encontraremos como si fuese una casualidad.
Tendremos tiempo, no te preocupes, no tengo prisa: toda la casa está ya embalada. No queda nada por hacer.

(Tal vez hubiese preferido no estar allí y no escuchar la conversación de aquellos ojos, diminutos y líquidos, a través del teléfono. Salí fuera, busqué el camino de la tierra rojiza. Hacía calor y todo el mundo parecía dormir. Recuerdo haber hablado algo aunque no había nadie cerca. Quise pensar qué habría antes y después de aquella conversación).