23 de diciembre de 2011

Un sol negro

Un sol negro a primera hora de la mañana.

El sol no iluminaba, apenas era un círculo oscuro, gris oscuro, casi negro.
Aunque había algo de luz pero no sabía de donde venía.

Un sol que no calentaba, una esfera fría tras los edificios y las pequeñas montañas. Demasiado frío para ser invierno.

Parece ser que es poco frecuente, es un fenómeno raro.

Me recordó el mundo paralelo de Murakami en 1Q84: un mundo con dos lunas. (Donde vivo existe la expresión bañarse con dos lunas).

Así fue el desayuno. Un sol negro y una vela diminuta encendida, para poder ver algo.

Puse la radio.

Y apareció la Sonata Waldstein de Beethoven, la sonata para piano 21 en Do Mayor, Op. 53, interpretada por Daniel Barenboim. La reconocía.

Había abierto un periódico. Tuve que cerrarlo y quedarme quieto, solo mirando la llama y el sol negro. Así durante los tres movimientos, a pesar de que se me hacía tarde.

Otra vez la misma parálisis, presa de la picadura de un insecto raro.

En el desayuno, solo aquella luz, solo aquel suave aire cálido.

Hasta bien entrada la noche.