24 de abril de 2012

Ganar la partida

Gloria In Excelsis Deo
Dura 2:23 minutos. Y hoy sonó con tanta intensidad, que por momentos todo desapareció tras esa voz que entra desde una nada para agradecer, honrar, celebrar. La música sacra de Vivaldi.

Sonaba tan fuerte que la lluvia no existía, ni el motor del coche. Y en la esquina donde me giro a mirar, no miré. Subí la cuesta sobre el halo de celebración de la voz que adora. Avanzaba bajo la lluvia y no existía, ni el cristal la recogía, ni empapaba los árboles. Nada (o casi nada).

Sonó tan fuerte que el cansancio también desapareció. Y el ardor de ojos. Nada. Nada existe mientras la voz va creciendo hasta un lugar, en alguna altura, en que se calla porque roza con algo de su piel un cielo que, para los no creyentes, podría ser el silencio.

Pero, ¿qué quiere decir la peste? Es la vida y nada más (escribe Albert Camus).

A quien me recomendó leer este libro, gracias.

Sabían, ahora, que hay una cosa que se desea siempre y se obtiene a veces: la ternura humana.

Gloria In Excelsis Deo y después el silencio. La secuencia del respeto y la ternura. El conocimiento: Un calor de vida y una imagen de muerte: esto era el conocimiento.

Y el recuerdo. La música se internó tan decidida en los oidos que se hizo con el control de muchas emociones. Emociones salvajes me gusta pensar. Recuerdos sin domesticar.

Tarrou había perdido la partida, como él decía, pero él, Rieux, ¿qué había ganado? Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo. ¡Es posible que fuera a eso a lo que Tarrou llamaba ganar la partida!

Tras la presentación de la orquesta, tras su avance poderoso se escucha la palabra Gloria. Y luego las otras palabras. En total las voces solo dicen cuatro palabras, situando la respiración, el acento en momentos distintos.

El conocimiento. El recuerdo. Los ojos mirando sin querer despegarse.