28 de febrero de 2012

Estepa

No hacía más que recordar una noche de hace algunos años, frente al fuego de la chimenea y preparando algunas cosas para un viaje al día siguiente por la estepa, en realidad por el desierto. Un lugar perdido y remoto para el que había reservado un día de primavera en el que aún hacía frio. Pero ahora, muy tarde, solo recordaba esa noche. Algo sin sentido.

Me levanté y busqué uno de los libros de la sabiduría (o algo parecido): Ciudadela de Saint-Exupéry. Lo acaricié como si fuera el lomo de un animal que se acerca confiado. Al abrirlo al azar encontré: 

Y sólo de aquello de que puedes morir puedes vivir.